Antecedentes

En el año 1987, el medievalista Jaume Riera y Sans dio los pasos iniciales que permitieron prever la situación exacta de lo que fue la Sinagoga Mayor de Barcelona hasta 1391.

Publica, entonces, un trabajo titulado “Cataluña y los Judíos”, en el que, sustentado en la reconstrucción del recorrido que un cobrador de impuestos efectuaba en el año 1400 por el Antiguo Barrio Judío y que finalizaba enfrente de la Antigua Sinagoga corroboró sus primeras sospechas sobre su ubicación.

Este estudio llevó al señor Miguel Iaffa a investigar el exterior visible del emplazamiento del actual edificio y comprobó que aún cumplía con la demanda de la “Tosefta” de que uno de los frentes estuviera orientado hacia Jesuralén con dos ventanales que dejaran pasar la luz proveniente de la Ciudad Santa.

Estos indicadores tan relevantes pasaran inadvertidos y no despertaran el interés que se suponía produciría el trabajo del respetado historiador. A fines del año 1995 el antiguo propietario sacó a la venta el inmueble que en principio estaría destinado a Bar. Ante esta lamentable situación el Sr. Miguel Iaffa tomó la decisión de adquirirlo para intentar sacar a la luz su pasado histórico y preservarlo de un uso poco digno de su larga historia anterior.

Comenzó así una colaboración entre las dos personas ya mencionadas, Riera e Iaffa, para conseguir un objetivo común: rescatar del olvido un largo período de la historia de Cataluña a través de la rehabilitación del antiguo espacio sinagogal.

El precario estado de conservación y el ocultamiento de las piedras por gruesas capas de estuco, producían un escepticismo generalizado de que nos encontráramos en el lugar deseado. En el año 1997 el Sr. Jaume Riera y Sans publicó un trabajo en el boletín del Col.legi Oficial de Doctors i Llicenciats en Filosofia i Lletres i en Ciències de Catalunya…

El Call judío medieval

El recinto del Call más antiguo -el Call Major- se ubicaba entre las calles de l’Arc de Sant Ramon, Call, Bisbe y Sant Sever. A mediados del siglo XIII debió de ampliarse el espacio geográfico destinado a la comunidad, y prosperó en los aledaños de lo que es hoy la Iglesia de Sant Jaume -el Call Menor-.

Fuera de la ciudad, en las faldas de Monjuïc, se encontraba el cementerio, y conocemos los nombres de algunos propietarios judíos de viñedos, que utilizarían para elaborar vino kasher. Gracias a los estudios más recientes, basados en documentos notariales, sabemos que en la segunda mitad del siglo XIV uno de los portales del Call Major se encontraba al principio de la actual calle de Sant Domènec, que en aquel momento era la arteria principal, esquina con la calle del Call. Frente al portal, fuera del barrio, se encontraba la panadería. Ya en el interior, localizamos algunos elementos vitales para la comunidad: la carnicería se hallaba junto al portal de entrada, en la calle de Sant Domènec (entonces de la Carnisseria); la pescadería estaba en la hoy calle de la Fruita; la fuente que abastecía el Call se emplazó en la calle de Sant Honorat (entonces de la Font); en la actual calle de l’Arc de Sant Ramon (entonces Escola dels Francesos o dels Banys Freds)

También sabemos dónde vivían algunos personajes relevantes: los médicos habitaban en el lugar que hoy ocupa el Palau de la Generalitat en la confluencia con la Plaça Sant Jaume; David de Bellcaire era el propietario de una serie de locales junto al portal, entre ellos, el de la vivienda del portero y el de la carnicería. El Castell Nou, donde fueron a refugiarse los habitantes del Call tras el asalto del 5 de agosto de 1391, estaba ubicado en la actual calle del Banys Nous, esquina con la del Call. Y, por fin, la Sinagoga Mayor se encontraba en la prolongación de la calle de la Carnicería, conocida también como la de la Escola Major.

Exterior del edificio de la Sinagoga Mayor

Entendemos que el edificio primitivo era exento, es decir, no tenía ningún edificio colindante. Lindaba al Norte con la llamada calle de la Escola Major, al Este con la calle Marlet, al Sur con el Carrer de les Dones, sobre el que se construyó un angosto edificio en el s.XIX, y al Oeste tenía un atrio, hoy ocupado por un pequeño local comercial. En la pared Norte exterior se encuentra la efigie de Santo Domingo, colocada allí al cambiar el nombre de la calle. Los edificios emblemáticos de las juderías se cristianizaban con la efigie de algún santo. El día más sangriento de la historia de la comunidad, el del asalto de Call, fue el 5 de agosto de 1391, día que se festejaba Santo Domingo.

A partir de entonces, la calle cambió su nombre por la de Sant Doménec y el edificio pasó, junto a todos los bienes de la comunidad, a ser propiedad del rey.

Nos encontramos, pues, ante un edificio cuyos cimientos se remontan a época romana, en algunos lugares con construcciones superpuestas alto-medievales, una estructura central del s. XIII, y modificaciones efectuadas en el s. XVII, cuando se construyeron los pisos superiores.

Vamos a entrar desde la calle Marlet por una puerta minúscula. Deberemos agacharnos. Honremos así la memoria de aquella comunidad devastada.

Frente que mira hacia Jerusalem y fachada exterior del siglo XIII.

Primera Sala

Nos hallamos en el zaguán de la sinagoga. Hemos flanqueado la puerta y descendido unas escaleras, ya que el suelo romano se halla casi dos metros por debajo del actual nivel de calle, pero todavía nos hallamos fuera de la sinagoga. Si volvemos la vista atrás, justo debajo de la escalera observamos el (1) Opus africanus, un tipo de obra para edificios de utilidad pública, construido en los primeros siglos de la fundación de la ciudad, sobre el cual se apoyaron los (2) Muros medievales del s.XIII. Bajo la estructura de vidrio puede verse un (3) Muro de la misma época que el opus con el cual forma vértice y delimitaría el edificio primitivo. Más allá una (4) Construcción de la época tardo-romana, donde se asientan las (5) Balsas de tintoreros usada por la familia d’Arguens a partir de 1477. Al ser descubierta su condición de criptojudío, tuvieron que huir a Francia, siendo quemados en efigie por la Inquisición.

Flanqueamos una abertura en el muro, descendemos un peldaño y nos hallamos la Sala Segunda.

Segunda Sala

Flanqueamos una abertura en el muro de la Sala Primera, descendemos un peldaño y nos hallamos en el corazón de la Sinagoga medieval. Desde una perspectiva actual diminuta, (pero sus medidas, 12x7 m, son las permitidas en aquella época).

Esta era la única Sinagoga que permitía la posesión de asientos, que como constatan muchos documentos, se consideraban un preciado bien y estaban sujetos a todo tipo de transacciones: traspasos, donaciones, herencias...

El lugar preferente que ocupan venía determinado por la calidad de la persona propietaria. Los notables de la comunidad poseían mejores asientos que los menos favorecidos por la fortuna

La (6) Entrada primitiva, ahora desaparecida, se encontraba en el Nor-oeste. Nada más entrar, se topaban de frente con (7) Dos amplios ventanales abiertos en el muro Sur-este, que invitaban e invitan a volver nuestra mirada hacia la Jerusalén eterna; entre ellos se ha emplazado el Arca o Aarón Hakodesh, donde se guardan los rollos manuscritos de la Torá (Pentateuco), (porque ahí se ubicaría también la original). Al fondo se ha emplazado la (8) Menorá obra en forja de hierro del artista mallorquín Ferrán Aguiló (1957), donada por él en memoria de sus antepasados. Los (9) Muros que rodean la sala son de los siglos XIII y XVII, como también la bóveda, datada en el s.XVII. En el ángulo más inferior en el plano, bajo una ventana que daba a la antigua Carrer de les Dones, se constata la existencia de unos (10) Muros tardo-romanos, que por una inclinación hacia Jerusalén, sería lícito suponer que pertenecieran ya desde entonces a un ámbito sinagogal.

Esta vetusta sinagoga acaba de renacer. Aunque faltan aún algunos detalles, tenemos lo más importante: vuestra presencia aquí perpetuando la tradición.

Segunda sala antes y después de la restauración

Mapas


Arqueologia

Introducción

Uno de los temas que más interés ha despertado en la historia del judaísmo en la Península Ibérica es el de intentar determinar cuando se asentaron por primera vez, formando comunidades, los hijos de Israel.

Al intentar descartar hipótesis muy cercanas al mundo de la leyenda y ante la necesidad de basar las propuestas en algún documento escrito, epigráfico o arqueológico, creo importante referirme a la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos, en la que éste manifestaba su deseo de venir a predicar a la Península. En esta carta fechada en el año 54 de la Era Cristiana, se confirma la existencia de Comunidades Judías organizadas ya que en la mencionada época histórica, el Cristianismo era una pequeña secta que luchaba por propagarse entre judíos y prosélitos del judaísmo en los linderos sinagogales.

La numismática ha aportado datos y huellas que conducen a aceptar la presencia israelita en nuestro suelo desde bastante antes de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 a.c. Concretamente, en la Antigua Ampurias se encontraron, en feliz excavación, unas monedas de Judea datadas en los cincuenta primeros años de nuestra era. En Lluro, actual Mataró, fueron halladas piezas de procuradores de Judea correspondientes al mismo período (1).

Las fuentes epigráficas que conocemos (muy escasas las que han podido ser halladas) nos remiten el Siglo I d.c. Específicamente a través de un ánfora marcada que se conserva en el Museo de Ibiza (2).

Los escasos restos arqueológicos nos remiten por antigüedad a la Sinagoga de Elche, fechada en el Siglo IV. Época en que el aparato de culto Paleocristiano no se había independizado de las tradiciones judías que prohíben la representación de figuras o frescos, siendo posiblemente una Basílica de transición entre el judaísmo y el cristianismo. Esta puede haber sido una de las causas que llevaron a algunos especialistas, como el alemán Schlunk ha oscilar en diferentes períodos en creer por momentos que se trataba de una Sinagoga y en otros, de una Basílica.

No conocemos más elementos de arqueología judía.

Solo un edificio religioso que tuviera unos elementos diferenciales podía inducirnos a sospechar que nos encontrábamos frente a los que hemos denominado arqueología judía. Respondieron a la demanda de la Tosefta de que las sinagogas tuvieran un frente orientado en dirección a Jerusalén, con dos ventanales que permitieran el paso de la luz que ya transitó por la Ciudad Santa.

En el año 1996, un inmueble de la ciudad de Barcelona que respondía a estas características en la esquina de Marlet con Sant Doménech del Call se comenzó a investigar , precisamente por reunir estas características, y por coincidir con un libro de un cobrador de impuestos llamado Jaume Colom que luego de realizar su labor terminaba justo enfrente de la Antigua Sinagoga del Call Jueu.

Después de dos exploraciones arqueológicas se facilitaron todos los datos al Dr. Arquitecto Joan Albert Adell i Gisbert que en un erudito trabajo escribe respecto al frente que topográficamente se orienta hacia Jerusalén:

“Este muro rompe la orientación de las Insulae y tiene un trazado oblicuo que busca una clara alineación N-S, como si correspondiera a un edificio que busca su orientación entre los cuatro puntos cardinales despreciando totalmente las alineaciones de la topografía urbana de Barcino que es la N.W-S-E” (3).

Leamos parte del informe del Dr. Adell de la Fase 1 de Época Romana y Fase 2 de Época Medieval.

Época Romana

Un análisis detallado de la estructura del muro, nos permite ver que está fuertemente deformado por exceso de carga, con indicios de aplastamiento, y un giro hacia el interior de los cimientos, deformaciones que modifican totalmente las características de su calidad constructiva, y le dan el aspecto de un muro hecho apresuradamente y sin un claro dominio tecnológico en su construcción.

Estas deformaciones estructurales desfiguran la estructura del muro, que fue construido con un correctísimo “opus africanum”, en el que, posiblemente los grandes sillares de los pilares, sean elementos reaprovechables, pero no en época medieval, sino en época romana, que podríamos situar a partir del siglo III, a juzgar por los materiales cerámicos que han aparecido adosados, sin poderse descartar una datación anterior, como ya se ha dicho al hablar de las cerámicas.

La construcción, en “opus africanum”, ejecutado con gran corrección, parece que nos tendría que hacer pensar en un edificio de una relativa importancia, sin poder asegurarse que se tratara de un edificio público, pero si existe la posibilidad razonable que no fuera una simple “domus”.

Desgraciadamente, conocemos muy pocos elementos (apenas el ángulo nordeste de la ciudad), como para valorar el fenómeno de transformación urbana, y especialmente del Forum ( de hecho, no conocemos ni la propia estructura del Forum), que se produce en Barcino entre los siglos IV y VI, en el que no parece lógico suponer que la construcción de las murallas, y después del conjunto palatino y episcopal del ángulo nordeste fuera un hecho aislado, sino que hemos de admitir la hipótesis que, en otras partes de la ciudad, con finalidades diversas, nos produjeron situaciones parecidas, de las que la invasión del Decumanus Minor, y del Forum, de los edificios de la calle Marlet y de San Honorato, serían una prueba.

Época medieval

La estructura de los paramentos:

La excavación arqueológica no presenta nuevas aportaciones al conocimiento del edificio existente en época medieval, y ha documentado actuaciones muy tardías, como el pozo y la balsa de la tina, que escapan totalmente al ámbito del presente informe.

El análisis paramental de los muros existentes, en el que ya podemos considerar como planta baja, parece irrelevante dada la gran mezcla de materiales, que forman los muros, de procedencias diversas y dispuestas de forma muy anárquica, tipos de construcción que, por otra parte, es muy propio del siglo XVII, como las voltas, y algunas de las ventanas.

La sala situada más a ponente no presenta en sus paramentos, elementos constructivos que permitan suponer que sus muros tienen una cronología anterior al siglo XVII, aun siendo evidente que el muro de la calle Marlet (al sur) sigue el trazo de los muros M3 y M4, que, como hemos visto, pertenecen a la obra antigua.

En cambio, la sala de levante, presenta trazos muy claros que el muro M4, fue remontado, y alargado hacia levante, formando una ángulo, que recupera las viejas alineaciones romanas, por un muro nuevo, el M6, formado por carreuons ben escairats, en forma y tamaño de adoquines, dispuestos en filas muy uniformes.

Este tipo de paramento será muy común en la Barcelona del siglo XIV, donde edificios como el Palacio Real Mayor (en los arcos del Tinell), las iglesias de Santa Marías de Pedralbes, Santa María del Mar, o las capillas de la Real capilla de Santa Ágata se construyeron con esta técnica.

Pero este modelo constructivo aparece ya en monumentos barceloneses del siglo XIII, como la iglesia del monasterio de Santa Pau del Camp, la Comanda Templera de Palau, o en algunas partes del Palacio Episcopal.

El tipo de paramento que encontramos en al calle Marlet se acerca más a las formas constructivas del siglo XIII que en los modelos del siglo XIV, donde este aparato nunca es el único tipo constructivo utilizado, y por lo tanto, podemos aceptar la idea que el viejo edificio tardoromano fue reformado, seguramente de forma muy importante, durante el siglo XIII.

Será en este momento cuando el edificio adquiere definitivamente sus alineaciones actuales, en la calle Marlet, ya que la fachada de esta calle presenta un zócalo muy claro con parámetros de este tipo aun intocables, mientras que en la parte alta de la fachada, el aparato está muy mezclado, como es propio del siglo XVII, con elementos reaprovechados entre los que tenemos que contar algunas dovellas, posiblemente procedentes de puertas, que por su pequeñez se pueden atribuir perfectamente al siglo XIII. En el muro que hace de fachada en la calle de San Domingo del Call, se observa el mismo tipo de paramento, pero ya muy alterado, y parece muy probable que se trate de un muro del siglo XVII, construido, en su mayor parte, con materiales procedentes de la obra del siglo XIII.

Muros de la Época Medieval

Conclusiones

De forma muy breve podemos decir que, tanto las estructuras arquitectónicas, como los datos arqueológicos, no aportan elementos que permiten atribuir una funcionalidad precisa a los espacios del subsuelo y planta baja del edificio de la calle Marlet nº 5. De manera sintética es viable afirmar que a pesar de que no es posible atribuir una funcionalidad específica al edificio correspondiente a los muros anteriores a los siglos XIII y XIV, esta afirmación no contradice en absoluto los trabajos documentales del Dr. Jaume Riera ni la Tesis Doctoral del Arquitecto Paolo Genova, que sitúan en este espacio, la ampliación de la Sinagoga Mayor de Barcelona, autorizada por el rey Jaime I, en el año 1267.

El análisis de los paramentos y estructuras nos permite establecer una hipótesis de sucesión cronológica de las diferentes fases constructivas de este edificio anteriores a 1400.

1- En un momento indeterminado del mundo romano, entre los siglos III y IV, se construye un edificio en “opus africanum”, que rompe completamente el sistema de alineaciones de las insulae, buscan una orientación N-S y alineación E-O directa, y invade espacios públicos correspondientes al Decumanus Minor, y al Forum. Este hecho, y su excelente (a pesar de su mal estado) técnica constructiva permiten plantear la hipótesis que se tratara de un edificio de carácter público o comunitario. 2- Este edificio, con reformas irrelevantes (¿) persiste hasta el siglo XIII cundo es profundamente reformado y ampliado, pero manteniendo su orientación y alineación. Las transformaciones provocadas por la construcción del edificio del siglo XVII nos impiden hacer más precisiones sobre este edificio, que podría haber tenido dos plantas, si juzgamos por algunos pequeños vestigios de la fachada, a los que no podemos dar un valor probatorio definitivo.